¿pos-rentismo o pre-rentismo?


 

 “son seres que gustan cosechar donde otros han sembrado, cómoda situación que los transforma en seres cuya petulancia solo es superada por su indolencia e ignorancia” Adam Smith

Mucho se habla de la economía rentista y pos-rentista en nuestro país, pero ¿cómo era la economía venezolana antes de la explotación masiva del petróleo, es decir, la pre-rentista?

Contrario a lo que cierta mitología reza, no era una economía agrícola que se auto-abastecía: era una economía rural cuya unidad de producción básica era el conuco, que “sostenía” a una población que no pasaba los 3 millones de personas y cuyas expectativas de vida no superaban los 40.

Era una economía pues de subsistencia, en medio de un país desolado por décadas de guerras civiles, endeudado, sin vías de comunicación transitables y seguras, donde el poder se lo disputaban caudillos y bandoleros regionales que imponían su ley a sangre y fuego un poco como los pranes y capos de bandas de hoy.

La excepción a esta regla lo representaban los enclaves de café y cacao que generaban una producción cuyo destino final era la exportación. Entre esos escasos nichos el más importante era el del café de la zona andina, fundamentalmente Táchira, cuya incidencia llegaba hasta Maracaibo pues por allí salía en manos de las casas comerciales dedicadas a su exportación tanto a Europa como a los Estados Unidos. Valga decir que un porcentaje importante era contrabandeado a Colombia vía Cúcuta...

En sentido estricto, la economía venezolana pre-petrolera podría dividirse en tres: una rural de subsistencia precaria donde habitaba la mayoría; una agrícola de enclave aislada del resto y unos polos comerciales de exportación-importación dominado por las casas comerciales que eran las mandamases de la época, al menos desde la disolución de la Gran Colombia, la derrota del proyecto de Bolívar y la imposición del caudillismo militar como forma de “gobierno”. 

En torno a esta economía de puerto pululaba un mundo de pequeños comerciantes formales e informales que hoy día llamaríamos “emprendedores”, desde vendedores de papalón hasta arrieros (que eran como los delivery de la época), pasando por vendedoras de torta, productores artesanales y prestamistas, todo esto claro está concentrado en lugares como Maracaibo, Caracas, La Guaira, Puerto Cabello y alguna otra.

Las casa comerciales, como dijimos, se hicieron con el poder económico y político tras la disolución de la Gran Colombia aliándose a Páez, que derrota y expulsa a Bolívar, y con la oligarquía caraqueña, que impuso la República Oligárquica con una ideología ultra-liberal en lo económico pero profundamente conservadora en lo político. El Estado venezolano estaba quebrado, no tenía recursos económicos y acumulaba muchas deudas, pero tenía fusiles y soldados. Mientras que los dueños de las casa comerciales tenían recursos económicos pero no poder de fuego. Fue un matrimonio por conveniencia, donde ambos bandos se unieron por el mutuo interés de conservar sus cuotas de poder y acrecentar sus intereses.

El ultraliberalismo económico desplegado entonces –expresado en leyes infames como la de “espera y quita”, así como en la práctica eliminación de aranceles e impuestos- aunado a la política paecista de echar para atrás la política de democratización de la tierra ideada por Bolívar (que de manos de los soldados y campesinos pasaron a los generales del nuevo orden), no solo significó la ruina de muchos, sino que generó una turbulencia social que terminó estallando en un sin fín de guerras civiles cuya la más célebre, duradera y sangrienta fue la Federal. De esta última surge como triunfador el clan Guzmán Blanco, el “Ilustre americano”, quien además de instaurar uno de los regímenes más corruptos que se recuerde consolidó el poder de las casas comerciales.

Lo que no deja de ser una paradoja, pues las casas comerciales eran el sostén del régimen que la guerra federal derrocó. Pero no sería la primera vez ni la última que enemigos irreconciliables en lo formal, por debajo de cuerda suspendan la animadversión y practiquen una convivencia basada en el interés.

La mayor obra económica del guzmanato fue la creación de la compañía de crédito de Caracas. La lógica de esta instancia era simple: de nuevo, como el Estado no tenía plata pero sí fusiles, Guzmán impuso al poder económico una convivencia basada en que estos últimos pusieran la plata que al primero le faltaba, con la garantía de no solo no afectar sus intereses sino más bien ayudarlos a maximizarlo, gracias a todo lo cual él y los suyos saldrían también tremendamente beneficiados. En tal virtud, el modelo de negocios funcionaba así: la compañía de crédito reunía capitales provenientes de los dueños de las casas comerciales, que lo aportaban en diversos porcentajes. Como el Estado no tenía presupuesto propio ni fuentes de dónde sacarlo, entonces recibía préstamos de la compañía que estaba obligado a devolver de varias maneras, entre ellas las exoneraciones arancelarias y la emisión de papeles que funcionaban como títulos de deuda. Valga decir que en este último caso el negocio era todavía más redondo, en tanto la emisión de la moneda con la que se pagaban dichos títulos también corría por cuenta de las casas comerciales, función por la cual cobraban su respectivo señoreaje.

Bajo este esquema, resulta obvio, el Estado era totalmente rehén de las casas comerciales, lo cual a su vez acrecentaba el poder de estas últimas hundiendo cada vez más a la ya miserable economía venezolana.

Para que nos hagamos una idea de lo que eran las casas comerciales del siglo IX y principios del XX venezolano, pensemos que eran como nuestro bodegones de hoy. En principio, eran agencias de importación de bienes de consumo suntuario para los poquitos que se podían dar lujos entonces, pero también de herramientas y otros artículos de uso corriente, que a efectos de la incipiente producción de bienes de la época representaban una competencia desleal dados los bajos costos posibles por las exoneraciones arancelarias y el ser producidos masivamente en otras latitudes. A su vez, las casas comerciales compraban a los productores de café y cacao sus cosechas a precios muy bajos, que luego eran vendidas en Europa y Estados Unidos a precios muy altos. Del diferencial entre la compra y la venta sacaban los recursos para importar pero también el excedente de su acumulación.

Imaginemos ahora que los bodegones de hoy acumulan tanto que pueden convertirse en agentes financieros que prestan tanto al Estado como a particulares. Bueno, eso fue exactamente lo que pasó. Y si aquí terminó ocurriendo que una economía de tipo industrial nunca prosperó no fue por el petróleo, sino por este esquema que ya estaba establecido cuando su exportación se hizo intensiva en la segunda década del siglo XX.

 

       

Comentarios

  1. Te felicito por tu análisis pre-rentismo venezolano, yo he pensado así siempre y aproveché mis horas de clase en la UNEFM para explicarselo
    a los futuros Ingenieros Agrónomos, que tuve en todos los semestres.
    La historia de Venezuela no lo dice !!

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